En Limbo juegas en el papel de un niño que busca a su hermana. Con una estética opresora en blanco y negro, o contraluz para los gafapastas presentes en la sala, tenemos por delante una aventura repletita de rompecabezas y saltos bien medidos donde las muertes en fosos con pinchos o a mano de zagales malignos y arañas gigantes serán la macabra rutina.
En 2010, cuando salió por primera vez, fue considerado una obra de culto y cinco años después sigue manteniendo todos sus valores y su mala leche. Un imprescindible absoluto si te consideras un amante de esto de los videojuegos.
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