Comprendo que todo el mundo no puede disponer de un jet privado para volar a Sicilia cada dos fines de semana; comprendo incluso que no se pueda ir cada dos fines de semana a Sicilia, pero no hay de qué preocuparse. Mientras espero a que me entreguen mi nuevo y flamante Bombardier Learjet 85, he rebuscado por el Market algo que alivie mis ansias aerotrastornadas, y vaya si lo he encontrado.
Laminar Research son los creadores de los X-Plane, una serie de simuladores aéreos para PC que presumen de un realismo obscenamente exagerado, y ahora le han encontrado un hueco para Android. En realidad ya hace seis meses, pero a estas alturas no nos vamos a poner tiquismiquis.
La versión para nuestro robotito verde viene con siete aviones con los que sobrevolar seis localizaciones comprendidas por sitios tan dispares como Hawaii, Austria, Alaska o California. Como se podía esperar de un simulador, puedes cambiar parámetros como la carga del avión, el clima o el momento del día en el que realizar tu vuelo.
¿Y es realista? Te preguntarás. Pues en un 85%, mi joven padawan. ¿Y qué carajo quiere decir un 85%? Te volverás a preguntar. Pues quiere decir que es un 85% de preciso en el realismo con respecto a la versión de escritorio, lo cual, según el hinchado orgullo de sus creadores, significa que es un 85% de realista que el simulador usado por Boeing, Lockheed Martin y la NASA. Cágate lorito.
Tengo que decir que cuenta con bastantes opciones durante el vuelo, como cámaras externas, una especie de GPS o la posibilidad de pausar y rebobinar cuando te la pegues contra el suelo y la realidad. Porque despegar es relativamente sencillo pero aterrizar, querido amigo, es más acojonante que la comunión de Chucky. Cincuenta veces intenté hacer un aterrizaje suave, y cuarenta y nueve acabé con la avioneta estrellada en el suelo envuelta en llamas. La número cincuenta fui rebotando contra la pista para acabar empotrado en una colina. Y envuelto en llamas. Para compartir la frustración, X-Plane 9 permite que varios amigos puedan puedan hacer el cafre simultaneamente gracias a la magia del WiFi.
Si eres un genio con los acelerómetros del teléfono, y puedes convertir tu sangre en nitrógeno líquido, disfrutarás de lo lindo de un placentero vuelo, rodeado de unos sonidos de motores magistralmente recreados y unos gráficos superiores a la media. El resto, nos tendremos que conformar pensando cuánto alargar la agonía hasta que nos animemos a tomar tierra y nos convirtamos en un amasijo de hierros. Y envuelto en llamas.
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