Análisis de Temple Run <sub>Ídolos y monetes</sub> | Juegos Android, noticias, análisis y artículos

lunes, 30 de abril de 2012

Análisis de Temple Run Ídolos y monetes

Juegos Android Temple Run Analisis
Temple Run pertenece a esa élite de juegos que, junto a otros como Angry Birds o Cut the Rope, triunfaron de lo lindo en Iphone y probaron posteriormente suerte en Android. De los dos primeros ya conocemos qué tal les ha ido, veremos si Temple Run corre igual suerte; porque correr, lo que se dice correr, corre y muchísimo.

Guy Dangerous, un aleatorio nombre para un aleatorio aventurero, ha entrado en un típico templo de la selva, de esos que tienen sus venerados ídolos dorados ocultos bajo un centenar de trampas. Tras pasar unas calamidades que nunca nos serán relatadas, escapa con vida y con el trofeo bajo el brazo. Lo que el muchacho jamás podría pensar es que le espera por delante una interminable huida con unos rabiosos monetes pegados a la rabadilla.

Y eso es todo. En una alegoría no intencionada, o tal vez sí, por Imangi Studios, la aventura está abocada a la muerte. Da igual todo lo que corras, saltes o esquives, tu carrera sólo puede acabar mal. En otros juegos del género como Yoo Ninja, que ya analizamos aquí en su momento, pasamos por distintos niveles y escenarios con el objetivo de vislumbrar un final. En Temple Run correr sólo sirve para pulverizar tu récord personal o acumular monedas con las que adquirir la próxima mejora, pero no esperes una conclusión satisfactoria porque no la hallarás.


Mientras el fatal desenlace llega, hay que reconocer que entretiene. Saltar, girar, o superar obstáculos se realiza de una forma muy intuitiva y sencilla. El juego responde de forma excelente a nuestros trazos, cualidad imprescindible en un juego de este tipo donde el más mínimo fallo dará con nuestro cadáver en una de las múltiples muertes que acabarás coleccionando. La representación es impecable, con unos gráficos tridimensionales fluidos y unas texturas bien definidas. El apartado sonoro cumple, con una cancioncilla de ritmos tribales y ritmo acelerado que complementa a lo que acontece en la pantalla. Súmale además unos efectos de sonido donde el más relevante será el de los furiosos simios cuando coloquen su aliento en tu nuca y obtendrás en un envoltorio ideal.

Todo el conjunto es bastante acertado, pero queda lastrado en unas expectativas demasiado cortas. He probado muchos juegos casual, pero nunca uno tan corto de miras, y es decir bastante. El escenario se genera aleatoriamente y sólo hay tres tipos de escenarios, alternándose de forma igualmente arbitraria. Las mejoras, por ejemplo, no son para el protagonista, sino que potencian las ayudas que aparecen de vez en cuando en nuestra carrera. Esto provoca que gastar unos cuantos cientos de monedas en una mejora que tal vez no salga en las próximas diez o incluso veinte partidas le da un toque fútil que provoca que gastar el dinero sea poco más que una lotería; no quiero ni imaginarme aquel que haya gastado euros de su bolsillo para comprar divisa virtual.


La sensación final que deja Temple Run es la de un juego perfectamente ejecutado, impecable en su apartado técnico y muy divertido para fusilar esperas cortas. Engancha e invita a jugar la penúltima partida, pero Imangi Studios decidió que la sensación de mejorar un récord es superior a la consecución de un objetivo, y tal vez hubiera obtenido un producto mucho más brillante con la segunda opción. O una obra maestra de haberse quedado con ambas.



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