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lunes, 11 de abril de 2011

El síndrome de Alexei Kurkovski


Supongo que, salvo que hayas estado en un zulo o seas profeso creyente de la religión gordopecera, habrás visto el infame anuncio de Vodafone. En él, vemos a un garrulo en su primera cita. Mientras ella habla por teléfono, él ve de reojo una revista, a lo que ella se da cuenta y le suelta: "adoro el cine de Alexei Kurkovski". Ni corto ni perezoso el muchacho, que por lo visto le suena el cineasta lo mismo que las palabras sentido común, se disculpa para ir al aseo. Pero no, es su primera encuentro y qué mejor que comenzarlo con una trola, con dos cojones. Se sale a una terraza mientras cae un tormentazo de padre y muy señor mío, saca su netbook y comienza a indagar hasta dar con el artista. Una vez satisfecha su curiosidad, vuelve a la mesa y saca a relucir los conocimientos adquiridos. "Alexei Kurkovski, un genio". Un genio. Ok. No le vayas a decir "me encantó su película tal o cual", no, tú le demuestras tus conocimientos diciendo que es un puto genio. Por supuesto, la muchacha da por sentado que comparten aficiones y claro, challenge accepted. Le pregunta otra opinión sobre otro cineasta y, supongo yo, volverá a acudir al aseo argumentando problemas de próstata.


El ladrillo anterior viene a indicar los síntomas de lo que yo he bautizado como el síndrome de Alexei Kurkovski. Los aquejados tienen tendencia a asentir y alabar todo lo que suene culto, ignorando la objetividad y su propia opinión, por miedo a quedar como un idiota. No, no nos confundamos con los modernitos y los gafapastas. Éstos siempre tienden a ir por lo underground, lo raro y lo alternativo para poder creerse de un material distinto al resto. Las víctimas del síndrome tienden a seguir el rollo a los anteriores, pero sin tener ni pajolera idea. Son los que, cuando se van a acercar a un grupo para decir lo buena que le ha parecido la última de Steven Spielberg, callan porque alguien la está poniendo a parir comparándola con la última de Lars Von Trier, y se une a la lapidación en lugar de expresar su opinión original.

Hay que tener criterio, pero más importante que tenerlo es respetarlo. Formar un criterio propio es un primer paso para eliminar por completo el síndrome de Alexei Kurkovski, y no es tarea sencilla. No puedes decir "me encanta la música" y luego decir que no te gusta el rock, ni la música electrónica, ni la clásica, sólo la que ponen en las radios comerciales. Eliminar el 95% de algo que dices que te encanta va en contra de toda lógica. Si te gusta el pop, maravilloso. Busca en páginas, foros, programas y en cualquier medio artistas que no conozcas, canciones inéditas, y verás que bien te sientes. De ahí a descubrir nuevos estilos sólo hay un paso, y el resto vendrá solo.

Una vez construido tu criterio, seguramente habrás descubierto durante el camino los foros y blogs. Parece mentira, pero el síndrome de Alexei Kurkovski está presente, no sólo en una mayoría de comentaristas, sino también en los posteadores de noticias y redactores de análisis. Se suponía que Internet proporcionaba una pequeña trinchera para, desde el abrigo del anonimato, comentar con menos temor, pero veo que no es así. En incontables ocasiones se puede contemplar en los comentarios que, si alguien da una opinión negativa sobre algo considerado "de culto", pronto se ve avasallado por decenas de usuarios resaltando que no tiene ni puta idea. Puede que tal vez no tenga ni idea, pero tal vez sí la tenga y sólo está expresando su opinión. También le ocurre a los redactores y analistas, aunque es más complicado. Estamos hablando de información y hay que tratarla siempre de forma objetiva, pero siendo francos, no siempre se consigue. Hay productos que, sólo ya por el nombre o quién están detrás, hay que valorarlos muy positivamente, aunque sean un desastre, ya que corres el riesgo de que te infravaloren. Y es entonces cuando el síndrome de Alexei Kurkovski sale a relucir, acabando el análisis en una nota alta y todos contentos. Si por el contrario el producto es muy vendido y es muy bueno pero lo valoras negativamente, enhorabuena, te has convertido en un gafapasta. He aquí la diferencia.

Como conclusión a todo este desvarío, quiero concluir diciendo que hay que saber mezclar sabiamente la objetividad, la subjetividad y la información. Y si un juego casual es bueno, desde aquí se valorará positivamente, y si es malo, por muy de culto que sea, se le castigará como es debido.

Por cierto te recuerdo lumbreras, que si el netbook se te avería a causa de la lluvia, no lo cubre la garantía.

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